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La última y te vas, 2020.

Me lo has puesto difícil, pero ahí van mis 62 razones para NO odiarte, 2020.

Si es que empezaste bastante bien. Satisfyer era la palabra más buscada en Google. Mi amiga invisible me recordó que la bañera se puede llenar hasta arriba de burbujas de jabón. Bailamos la Tusa en el Pub Scream hasta que acabó gustándonos. 

Volamos a Viena para acabar en un karaoke cantando y taconeando Tu calorro de Estopa ante la mirada impávida de un público poco entregado (vamos que nos abuchearon). Febrero, sus Medievales y no saber si estás borracha o de resaca. “Simplemente dejaré que salga todo fuera y vaciarme. Juego de estilo, autoterapia”. Último concierto de Izal en la era prepandemia. En otra vida había conciertos en los que compartías bebida, gritos y abrazos. 

Aprender que demasiada información es perjudicial para la salud. Volver a leer el XX de Neruda. Darle otro uso a un palo de escoba y cuatro tetrabriks de leche. Mandar bombas y rosas por el chat del Parchís. Aplaudir, sobre todo por mis mujeres de verde. Mi disco duro lleno de fotos con flequillos raros, brackets y demasiadas hormonas. Dejar que la Tierra respirara un poco. Maratón (atracón) de Marvel. ¿Cómo pude estar tantos años negándome a verlas? (Wakanda forever). Amigos que te traen palomitas de maíz cuando en tu Mercadona se evaporan a la misma velocidad que el papel higiénico.

El humor (y los memes) como mejor cura para todo. Quitarle el polvo al piano después de 10 años (maldita clave de fa). Otra excusa. Un proyector, películas en blanco y negro, mi padre y yo. Nos volveremos a ver de La Raíz como único consuelo por la (no)Vaquilla. La canción Vaya año de mierda de Naranja. Mikel Izal nos regaló Desde dentro. Aprender a hacer croissants de chocolate en casa (no sé si es una razón para odiarte o para no odiarte, todavía lo estoy debatiendo). Cervezas telemáticas (aunque esto más bien era un pequeño remedio para no volvernos locas).

Segundas primeras veces. “Estoy en tu calle, B” como frase favorita de Mayo. Disfrutar de la creatividad de Pimiento espacio creativo (hasta me hicieron dibujar un pimiento). Y del arte de Santarita. Estar casada por un día (en la ficción, obvio). Varias paellas a ritmo de Venezia de Hombres G. Berrear Acalorado estoy en Gerona mientras nos quemábamos al sol, comíamos sin conocimiento y bebíamos vino. También hicimos turismo. Pero ese viaje sin un reencuentro no habría sido lo mismo.

A pesar de todo, estar juntos en la (no)Vaquilla como premio de consolación. Un concierto a puerta cerrada. (Música en directo, te echo de menos). Un oasis en medio de tanto caos. Una nueva médica en el grupo. Un 15 de agosto con los de siempre con excursiones fatídicas, amaneceres, estrellas fugaces y hasta una piscina infinita. Volver a viajar en furgoneta. Aprender a escanciar sidra. Logroño, como en casa. Redescubrir el tardeo como forma de vida. Leer Patria y que la conviertan en serie.

Madrugar, pasar un frío horroroso pero ver ciervos en la Berrea. Los diarios de Xacobe Pato  y aprender que “si leer es haber leído y vivir es haber vivido. Escribir es conseguir que lo leído y lo vivido duren cinco minutos más”. Moon River en Desayuno con diamantes y descubrir que yo también “soy como el gato, no tenemos nombre y no pertenecemos a nadie y nadie nos pertenece. Tampoco nos pertenecemos el uno al otro”. Bares, qué lugares.

Amor por los filtros de Halloween (por todos los filtros de Instagram, en realidad). Dejarme convencer (no necesitó más de dos minutos) para crear un Podcast. variosOvarios ya es una realidad. Noticias que valen por dos. Eso que tú me das. “No me va bien morir, tengo muchas cosas que hacer”. Ir a ver un documental preparada para llorar y salir sonriendo. Ana Milán y sus directos. Veneno. La casa de papel. Gambito de Dama. (Gracias Netflix). Pasar del pelo blanco al rosa (y sin filtro de Instagram).

No haber caído en Tik tok durante la cuarentena, pero descubrir los reels hace nada (no sé que es peor). Mi tercera primera vez favorita: las zamburiñas del bar Teruel. Ver Love Actually en Nochebuena. Volverme aún más friki de Harry Potter. La nostalgia del 2020 plasmada en un reencuentro, el de Física o química. “La mitad de lo que hemos vivido…”. El Turutututu de Tú me dejaste de querer. Soñar con el sorteo de Tudron (más posibilidades que con la camper tenía). Argentina. Ya es ley. Acabar haciendo bueno el 2019.

Pero ahora, 2020, ahora ya sí que sí, echamos la última y te vas

M.

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