CANTABRIA: Tierra de MAR, de VERDE, de PESCADORES Y de SURF, MUCHO SURF
A veces no valoramos lo que tenemos en España y siempre que podemos cogemos un avión y nos vamos a otros países. Sin embargo, sin irnos muy lejos podemos hacer pequeños viajes y rutas viendo lugares espectaculares.
Así, a principios de mayo de no hace muchos años, puse rumbo a Cantabria, región del norte de España en la cornisa cantábrica. La idea era hacer un poco de turismo, pero sobre todo probar el mundo del surf y de las furgonetas camper (de las que como ya contaré en otros posts me enamoré perdidamente, convirtiéndose en mi forma favorita de viajar).
PREPARATIVOS
Lo primero era hacernos con una furgoneta. Navegando por Internet encontré la empresa Surf Cars, creada por un alemán afincado en Cantabria que cuenta con furgonetas Volkswagen T3 Westfalia totalmente equipadas. ¡Son una pasada! Es cierto, son furgonetas antiguas, sin las comodidades que tienen las nuevas y hay que llenarse de paciencia a la hora de conducir, pero la sensación de llevar una furgoneta como esa no se puede comparar (en realidad esto me lo han chivado, porque yo, de momento, lo que es carnet de conducir no tengo).
Así que contacté con ellos y el servicio no pudo ser mejor: hablamos por teléfono y enseguida nos pusimos de acuerdo. El día eran 50 euros, y como el último cogíamos el avión a eso de la 3 de la tarde y hay que estar antes en el aeropuerto, esa mañana no nos la cobraron. Así que no podía ser mejor precio, por 50 euros/día, teníamos casa (con cocina, dato importante) y coche.
Además, te dan muchas facilidades: te recogen en el aeropuerto, de allí te llevan al local donde las tienen en el municipio de Muriedas, muy cerquita de Santander y del aeropuerto. Una vez allí, después de firmar el contrato, te explican el funcionamiento y la disposición de la furgo (armarios, cocina, cama…). Y tras esto, te dan una vuelta, conduciendo tú, para explicarte bien cómo hacerlo.
Nosotros, para llegar desde casa a Santander, cogimos avión en Valencia hasta el aeropuerto de Santander donde, como he dicho, te recogen con la furgo. Volamos, como de costumbre, con Ryanair (unos 50 euros ida y vuelta aproximadamente).
Así pues, ya con la furgo comienza el viaje.
RUTA POR CANTABRIA EN 4 DÍAS
El viaje estaba programado para 4 días, de sábado a martes, por lo que teniendo en cuenta los aviones disponíamos de dos días enteros y dos medios días.
1º DÍA: Santander
Una vez con la furgo en nuestras manos, el primer destino fue Santander, donde pasar la primera tarde. Para aparcar la “casita” encontramos el parking gratuito de la calle Alta y, de allí, nos fuimos andando dirección al centro.
A pesar de lo que se dice de Santander de que no tiene mucho que ver en comparación con otros sitios de Cantabria, a mí me gustó mucho. Es cierto que en el centro de la ciudad no hay demasiados edificios para visitar, es una ciudad muy nueva, pero la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción es muy bonita. Principalmente gótica y construida sobre un monasterio de ahí el claustro tan bonito que tiene.
Pero en Santander, lo realmente bonito es pasear por sus playas. Se trata de una de las ciudades que mayor número de playas tiene, muy bien comunicadas entre ellas. El recorrido que hicimos comenzaba en la playa de los Peligros y las fuimos recorriendo todas hasta llegar al Sardinero y el faro de Cabo Mayor. Es un camino largo, pero muy bonito y recomendable.
La playa de la Magdalena está a los pies del Palacio de la Magdalena, edificio más conocido de Santander. Fue un regalo del ayuntamiento de la ciudad a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia para residencia de verano. Actualmente pertenece al Ayuntamiento. El edificio es precioso, parece sacado de un cuento (y a muchos puede que os suene por la serie Gran Hotel).
La playa Bikini es también muy llamativa, sobre todo por las rocas. Y ya por fin el Sardinero con su paseo marítimo.
Puesto que dormir en pleno Santander es bastante complicado, la primera parada para dormir fue una playa cerquita: playa de la Virgen del Mar (para buscarlo en el GPS lo mejor es buscar la Bambara Tavern, bar restaurante que se encuentra arriba de la playa al lado del aparcamiento). La playa es pequeñita y muy bonita, con acceso a la arena por escaleras y las vistas para despertarse allí son increíbles, vale la pena ponerte el despertador para ver amanecer.
2º DÍA: Surf en la playa de Somo, Cabárceno, Liencres y playa de los Locos.
Para subirnos por primera vez a una tabla de surf elegimos la Escuela Cántabra de Surf en la playa de Somo, lo que puedo decir desde ya que es un acierto seguro.
Se trata de la primera escuela de surf en España y cuenta con grandes profesionales. Nosotros cogimos un curso para dos, lo cual, si es la primera vez que vais a surfear, es realmente recomendable, si el grupo es muy grande la atención en cada alumno será menor. EL monitor fue Jorge, que además de aragonés, fue un monitor excelente, con mucha paciencia y ganas, no paró hasta que conseguí ponerme en pie y medio coger una ola.
Después de la mañana entre olas y haberme bebido casi todo el Cantábrico, el siguiente destino fue el parque de Cabárceno. Elegimos, por tanto, la entrada de tarde y a disfrutar de los animales y la naturaleza. A la pregunta de si sobra con medio día para verlo, nosotros lo vimos entero, es verdad que no nos enredábamos demasiado pero disfrutamos como niños y no nos dejamos nada por ver, exceptuando las actuaciones y demostraciones que por temas de horarios no pudimos ver.
El parque es alucinante, el entorno te deja sin palabras, me gustó casi más eso que los animales. No soy demasiado fan de los animales que no están en libertad, pero Cabárceno es bastante diferente a eso, se puede decir que es una manera de conocer las especies animales ¿sin dañarlas?, por lo menos en mi opinión. Lo mejor, los simpáticos monitos del final.
También puedes hacer una excursión a Cabárceno desde Santander con Civitatis.
Y, para ver el atardecer, Liencres, municipio costero que me había recomendado una amiga. En concreto, fuimos al Parque Natural de las Dunas de Liencres y recorrimos sus playas. Creo que nunca habíamos visto nada parecido. El paisaje es único y un atardecer allí no tiene precio.
A pesar de que nos hubiera encantado quedarnos allí a dormir, por la información que fuimos recogiendo parece que no estaba permitido aparcar allí para dormir, así que la segunda parada para dormir fue la playa de los Locos donde poder surfear al día siguiente. Para dormir allí, se puede aparcar en el parking de esta playa.
3º DÍA: San Vicente de la Barquera, Comillas, Santillana del Mar y mirador de los Tranquilos
A pesar de que la idea era surfear este día en la playa de los Locos, el tiempo no nos acompañó por lo que hubo cambio de planes: ese día lo dedicaríamos a hacer turismo.
Como al día siguiente había que coger el avión de vuelta, la idea era dormir en alguna zona no muy lejos al aeropuerto. Así que, la primera parada fue directamente San Vicente de la Barquera, para luego hacer el camino inverso otra vez hasta la playa de Somo, por si el último día teníamos suerte con las olas.
San Vicente de la Barquera es un pueblecito costero, con mucha tradición pesquera, así que, si vais, daos el gusto y comed pescado fresco, está para chuparse los dedos. Es un pueblo con mucha historia, de ahí sus monumentos antiguos que son una maravilla (la Catedral, castillo, puentes…). Y el entorno natural es precioso, sobre todo sus playas, rías y marismas, salpicadas cada poquito de barcas pescando.
La siguiente parada fue Comillas. Tened en cuenta que las distancias en Cantabria son pequeñitas y que enseguida llegas de un lado a otro, además las carreteras tienen un paisaje precioso, si no se ve un campo verde lleno de vacas, pasas al lado del mar.
Comillas fue un descubrimiento. No tenía ni idea de la existencia de un pueblo tan bonito. Está lleno de cosas para ver, ya sean de arquitectura medieval, barroca y, lo más sorprendente, modernista. Al que le guste Gaudí, no solo tiene que ir a Barcelona, en este pequeño municipio encontrará alguna de sus obras más bonitas.
Vimos la Universidad y, otra vez desde aquí, gracias al hombre que estaba de seguridad porque no teníamos intención de subir hasta arriba y menos mal que él insistió porque las vistas son preciosas. No hay que perderse el Palacio de Sobrellano, el cementerio, el casco antiguo, casa del Duque y por último el Capricho de Gaudí.
Cuando viajo, intento aprovechar al máximo el tiempo y normalmente no me da tiempo a entrar a los sitios para verlos por dentro, así que suelo conformarme con su parte exterior, pero en el caso del Capricho de Gaudí lo tienen bastante bien montado, si no entras prácticamente no ves nada, está todo vallado y con setos.
Sin embargo, ese día tuvimos suerte y un hombre súper simpático nos abrió las puertas de su casa para poder ver algo del capricho. Su casa era preciosa, una de las pocas casas tradicionales de Comillas que todavía quedan, según nos explicó. Además nos enseñó fotos antiguas del pueblo y nos contó muchas cosas sobre la historia de Comillas. Mi mejor recuerdo de allí, sin duda, fue conocerlo y hablar ese ratito con él.
La última parada fue Santillana del Mar. Estaréis todos cansados de oír que es el pueblo de las tres mentiras: porque no es santa, ni llana ni tiene mar; pero supongo que si se habla de este precioso pueblo es inevitable decirlo. Además de encontrarse allí la cueva de Altamira con sus pinturas rupestres, el pueblo hay que verlo. Perfectamente cuidado; recorrer sus callejuelas es un gusto. Es un museo vivo de una villa medieval.
De ahí, como ya he dicho, vuelta a Somo con la idea de repetir plan de surf al día siguiente. Jorge, nuestro monitor, nos había recomendado subir al mirador de los Tranquilos, entre la playa de Somo y Loredo. Hay una senda que une los Tranquilos con Somo que es preciosa, pero se puede llegar directamente en coche. Una vez allí las vistas son maravillosas, tienes a un lado Loredo y las Quebrantas con sus dunas y su pinar. Subes la mirada y está Peña Cabarga y la playa de Somo y el Puntal. Y al fondo, todo mar con el puerto de Santander, el palacio de la Magdalena, el Sardinero y el faro de Cabo Mayor. Así que, última noche de dormir en este mirador (aunque no tengo referencias de si aquí se podía dormir o no, nosotros no tuvimos problemas).
4º DÍA: surf en Langre
Como ya os he dicho, ese día el plan era volver a hacer surf, así que, aunque la idea era repetir con la Escuela Cántabra de Surf, no pudo ser porque fuimos demasiado pronto, así que fuimos a la escuela de surf la Curva donde alquilamos el equipo y nos recomendaron la playa de Langre, ya que el mar estaba un poco picado y en esa zona podríamos intentar algo. La playa de Langre vale la pena visitarla, se encuentra cerrada por un gran acantilado; está dividida en dos tramos, al más pequeño se accede por unas escaleras y ese es el que nos recomendaron para hacer surf.
Y de aquí de vuelta a dejar la furgo a Surf Cars y ellos nos llevaron al aeropuerto. Y, así, terminaba nuestra pequeña escapada por esta comunidad.
Cantabria es tierra de mar, de paisajes verdes, de vacas, de pueblos preciosos, de pescado fresco y gastronomía increíble, de pescadores… y de surf, de mucho surf. Poca gente lo sabe, pero Cantabria es la cuna del surf en España. Así que os animo a todos a que vayáis a esta magnífica comunidad, que os adentréis en ella y que disfrutéis de todas sus posibilidades porque no son pocas.
Y hasta aquí la ruta por Cantabria en 4 días. Si tenéis alguna duda sobre qué hacer o visitar en esta comunidad, no dudes en dejarme un comentario o contactar conmigo a través del cuadro de contacto de la página de inicio.
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Nos vemos en la siguiente postal.
M.