Postales

Viendo la cuarentena pasar

Siempre me he considerado un persona a la que le gusta estar sola, escucharme, hablar conmigo misma (¡no sabéis que conversaciones me doy!). Uno de mis mayores placeres es, cuando me quedo sola en casa, pedir una pizza, beberme una cocacola y ver una peli en el sofá. Sola.

Sin embargo, ahora, en este encierro forzoso, entiendo que estaba equivocada. Cómo voy a comparar ver una peli sola en el sofá pudiendo ir al cine con mis amigas, pudiendo tomar una cerveza (o varias) en una terracita al sol. Cómo voy a comparar cenar una pizza en casa pudiendo ir al bar de siempre a tomarme unas bravas y unos huevos rotos.

¿No os pasa que echáis de menos cosas a las que nunca distéis importancia: el ruido, la gente a tu alrededor, cuando tu amiga, que se ríe como una loca, hace que se gire todo el bar por el escándalo que estáis montando? Yo, por echar de menos, echo de menos hasta bailar la Tusa.

Pero, si hay algo que, sorprendentemente, estoy echando de menos es el contacto físico con los demás. Siempre soy bastante reacia a los saludos con dos besos (no me gusta besar por besar) y al continuo toqueteo que parece que nos gusta tanto a los españoles. Sin embargo, con solo tres o cuatro días de encierro, parece que lo que más me pide el cuerpo es un abrazo. Ahora me vienen a la cabeza todos esos abrazos que fui repartiendo inconscientemente sin saber que tardaría en abrazar otra vez y me parecen pocos.

Las personas somos animales sociales, nos necesitamos los unos a los otros, muchísimo más de lo que creemos, y eso ha quedado clarísimo estos primeros días de cuarentena. Sí, quizá no podamos quedar para vernos, pero nos las estamos ingeniando para, si te descuidas, estar más cerca que nunca.

En nuestro día a día, vamos tan a la nuestra que no valoramos la posibilidad de ver a un amigo o mandarle, aunque sea, un Whatsapp. Lo posponemos. Sin embargo, este fin de semana, si te metías a Instagram, había tantas historias de amigos llamándose por Skype o cualquier otro tipo de videollamada, había vídeos de gente saliendo a los balcones (además de para esos bonitos aplausos) solo por el simple hecho de hacerse compañía los unos a los otros.

Mi Whatsapp hacía mucho que no estaba tan activo, pero no para quedar o por cosas cotidianas, sino para preguntarnos de verdad cómo estamos y hacernos compañía en estos días en los que además de aburrimiento, estamos sufriendo de una sobre información que no creo que sea buena en absoluto. Y es que nos necesitamos, y en esta lucha más que en ninguna otra tenemos que remar todos a una.

Así que ahora, cuando el encierro me empieza a agobiar, me saca una sonrisa pensar en ese día en el que podamos volver a salir. Me imagino ver la sonrisa de mis amigas a lo lejos y saber que nos echaremos a correr para abrazarnos. Me imagino juntarnos mucha gente, los que siempre nos juntamos, en nuestro bar favorito. Pienso en ese primer sorbo de esa cerveza, café, gin-tonic o coca-cola, estoy segura de que tendrá un sabor especial, un sabor de orgullo, de alegría, de esperanza, de saber que juntos lo hemos logrado.

Y bueno amigos, creo que estos días me pasaré más por aquí ya que no puedo pasarme por el bar a echar un vinito o una cervecita. Así que, hasta la próxima postal y ya sabéis: ¡quedaos en casa! ¡Cuidaos! ¡Lavaros las manos! Y todas esas cositas que nos repetimos todos los días pero que son tan importantes si queremos que esto acabe y que además acabe de la manera menos mala posible.

M.

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